Iglesia Presbiteriana San Andrés

en qué creemos

en qué creemos

Creemos que La Biblia es La Palabra escrita de Dios, inspirada por el Espíritu Santo, y sin error en los manuscritos originales. La Biblia es la revelación de la verdad de Dios, es infalible y tiene autoridad en todos asuntos de práctica y fe.
Creemos en la Santísima Trinidad. Hay un solo Dios, que existe eternalmente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creemos que todos somos pecadores y totalmente incapaces de salvarnos por nosotros mismos de la condenación de Dios, excepto por su misericordia.
Creemos que la salvación proviene de Dios solamente según su elección soberana. Creemos que su elección se basa en su gracia, y no en ningún merito individual o fe prevista.
Creemos que Jesucristo es el eterno Hijo de Dios, quien por medio de su perfecta vida y muerte sacrificial hizo expiación por los pecados de aquellos que confíen en Él para su salvación.
Creemos que Dios es fiel y da su gracia a su pueblo no simplemente como individuos, sino como familias, en las sucesivas generaciones, de acuerdo a sus promesas en el Pacto.
Creemos que el Espíritu Santo mora en el pueblo de Dios y les da la fuerza y sabiduría para confiar en Cristo y seguirlo.
Creemos que Jesús volverá, en su cuerpo y forma visible para juzgar a toda la humanidad y recibir a su pueblo para Él.
Creemos que cada aspecto de nuestras vidas debe se vivido para la gloria de Dios, bajo el señorío de Jesucristo.
En términos de comunión con otras confesiones y/o denominaciones cristianas debemos tener en cuenta: en lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, amor.

Teología

Solo la Escritura

La iglesia medieval había aceptado teóricamente la autoridad de La Escritura, pero la había acompañado con la autoridad superior de la interpretación del Papa, los concilios y la tradición. La Reforma barrió aquello y restauró La Escritura como la autoridad única de la Iglesia.
La Escritura es la única Palabra de Dios en este mundo, es la única guía para la conciencia y la Iglesia, la única fuente del conocimiento verdadero de Dios y su gracia, el único juez capacitado del testimonio y la enseñanza de la Iglesia, pasada y presente.
Siguiendo el modelo del apóstol Pablo, según la carta a los Romanos 4:3, los reformados han preguntado históricamente con respecto a todo lo que les ha sido requerido creer o hacer: «¿Pues qué dice la Escritura?» Ninguna otra autoridad, tradición, filosofía o la llamada profecía tiene autoridad sobre la conciencia del cristiano: solo La Palabra de Dios, La Biblia.
Los reformados en toda la historia, en cada denominación, se han distinguido por este resuelto compromiso con La Escritura sola. La Biblia, tanto para el calvinismo como para el luteranismo, fue central. Para la Iglesia Reformada, La Biblia y solo La Biblia, sin la tradición, es la autoridad final. Es decir que somos reformados por el concepto básicamente bíblico y solo bíblico, nos paramos bajo La Palabra de Dios para que nos continúe reformando en forma permanente; es decir, que el concepto de reformado no es un concepto estático sino dinámico, y la famosa frase “ecklesia reformata sempre reformanda” implica que somos una iglesia reformada por La Biblia, pero abierta a seguir siempre siendo reformada justamente por La Biblia.
Eso es lo que nos señala 2 Timoteo 3:16-17: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”.

Solo Gracia

La noción medieval de la gracia convirtió al hombre en un pecador que hacía cosas para ganar el favor de Dios, por su utilización de la ayuda que Dios le dio. Fue en este concepto de la gracia lo que envió a Lutero, el católico, al monasterio. Él creyó que “Dios había capacitado al hombre para ganar su favor mediante actos meritorios…”
Mediante su estudios en el libro deRomanos, Lutero llegó a ver que la gracia no es la obra del hombre para ganar el favor de Dios, sino el favor de Dios hacia el hombre que está en pecado. La gracia no es la acción humana para ganar el favor de Dios para los pecadores, sino el favor de Dios hacia pecadores sin méritos. Técnicamente, la gracia es “una relación objetiva de favor inmerecido por parte de un superior a un inferior. Es totalmente inmerecida, no evocada por la disposición de la criatura”.
Lutero se dio cuenta de que “no porque el hombre fuera bueno y digno, ni aun porque obrara para llegar a ser bueno y digno, sino porque era pecador y nunca podría salvar la brecha, Dios se acercó. Dios salva a los pecadores porque Él quiere, por razones que Él tiene en sí mismo, y no a causa de actitudes o acciones por parte de ellos. La gracia, necesariamente, es la libre gracia: inmerecida, no ganada. ¿Pensáis que el Señor de la vida y la gloria podría haber bajado del cielo, podría haber tomado forma de hombre, y no haber sido conducido para morir por cualquier mérito vuestro?»
Como bien expresa la carta a los Efesios 2:8-9: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regado de Dios; no por obras, para que nadie se jacte”.

Solo Fe

Algunos insisten en que “la sola fe no nos salvará sin buenas obras: debemos también tener esperanza y caridad”
La posición reformada es, sin embargo, que “somos justificados por esa fe que recibe y se apoya en Cristo solo para la salvación, cómo Él se ofrece libremente a nosotros en el Evangelio”.
Muchos no pueden darle al carcelero de Filipos la respuesta que dio Pablo, pero el reformado sí puede. En el libro de los Hechos 16:29-30, el carcelero pregunta: “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?» Y la respuesta fue: » Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos”.  ¡Nada más y nada menos!
Solo el reformado tiene un mensaje aún para el hombre agonizante. Los demás sistemas lo llama a hacer obras que no tiene posibilidad de hacer, y rituales que no tiene tiempo para efectuar.
Fundamenta este concepto la carta a los  Romanos 1:17: “En el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe».

Solo Cristo

Jesús es el único mediador entre Dios y el hombre y, por ende, es Profeta, Sacerdote y Rey. Él es el Salvador y cabeza de la iglesia. Jesús es la segunda persona de la Santísima Trinidad, siendo uno en sustancia e igual que el Padre y al mismo tiempo siendo hombre. Dice la Confesión de Westminster: ”Las naturalezas de Dios y el hombre fueron unidos en una persona sin conversión, composición o confusión”. 
La salvación es cumplida solamente por la obra del mediador Jesucristo, el hombre histórico. Es su vida perfecta y su expiación como substituto que es, la única y suficiente razón para nuestra justificación con el Padre.
Hebreos 12 habla de una gran multitud de testigos que testifican tanto de el propósito como en el curso de la historia. Ellos previeron que el Señor Jesucristo iba a proveer por ellos la salvación. Estos testigos dieron un testimonio confiable del carácter salvífico de Dios, como bien lo expresa 2Pedro 1:16: «No estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testiminio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos».
Somos animados a mirar a Cristo solamente, porque Él es el mediador del Pacto de Gracia. Él es la palabra final de Dios al hombre. No hay otros medios por cual el hombre puede hacer propiciación a la ira de Dios. Solo Cristo satisfizo las demandas de Dios todopoderoso, porque solo Jesús es la verdadera expresión del amor de Dios.
Eso es lo que nos dice 1 Timoteo 2:5: “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

Gobierno

Aunque la Iglesia Presbiteriana es más conocida por su teología, sin embargo, su nombre lo recibe por su forma de gobierno. Los presbiterianos son gobernados por presbíteros. La palabra griega “presbyteros”, en nuestro idioma quiere decir “ancianos”, aunque a veces usamos la palabra sin traducirla. De esta palabra es de donde tomamos el nombre de “presbiteriano”, ya que nuestro gobierno está constituido por ancianos o presbíteros. Esta palabra ya existía en los tiempos del Antiguo Testamento, como podemos ver en el libro de Éxodo 3:16 y en 1 Samuel 8:4, cuando el pueblo de Israel era gobernado por ancianos.  En el Nuevo Testamento, personas con dones especiales compartían el gobierno y ministerio en las iglesias locales. Esto podemos verlo en el libro de Hechos 15:4 y en la carta a Tito 1:5.  Creemos que la forma de gobierno  presbiteriana se corresponde con el gobierno apostólico como se lo describe en Las Escrituras.  En las Escrituras vemos también que la Cabeza de la Iglesia es Cristo, la única autoridad de ella.
Por lo tanto, una iglesia presbiteriana es una iglesia gobernada por ancianos. Tradicionalmente se los conoce como Presbíteros Gobernantes y Presbíteros Maestros. En el gobierno de una iglesia, por cada Presbítero Maestro (ministro) debe haber al menos dos Presbíteros Gobernantes (laicos).
La forma de gobierno Presbiteriano es representativo. La congregación local elige a un grupo de ancianos que integran una Sesión para sobreveerlos. Los representantes de todas las sesiones y los pastores de todas las iglesias de un área geográfica particular forman un Presbiterio. Los Presbiterios de una región forman un Sínodo. Todos los Sínodos de un área más ampliada forman la Asamblea General.
La Iglesia de Dios por su parte divina, es el Reino de Dios; y por su parte humana, es una República, ya que su gobierno es una Democracia Representativa. Sus principios fundamentales son:

· Libertad personal, basada en la doctrina protestante del sacerdocio de cada creyente, que lo trae cara a cara con Dios, lo que viene a dar un valor personal y a demandar el desarrollo de todas las facultades del hombre.
· La organización constitucional enseña que el domino en la Iglesia no pertenece al clero sino al pueblo, y que el gobierno eclesiástico no se administra por un individuo -lo que vendría a ser una monarquía- ni por una clase privilegiada -que sería una oligarquía-. Tampoco es directamente del pueblo, sino por sus representantes nombrados por él en Asambleas Constitucionales.

Resumiendo. Creemos que la autoridad y el gobierno de la iglesia pertenece, después de Dios, a toda la Iglesia, y debe ser ejercida por los representantes llamados Presbíteros o Ancianos en los cuerpos eclesiásticos: la Sesión, el Presbiterio, los Sínodos y la Asamblea General.  Lospresbiterianos requieren que sus ministros sean ordenados para ministrar La Palabra y los Sacramentos. Los presbiterianos han enfatizado la necesidad de que sus ministros cuenten con una sólida educación teológica. También a los ancianos se les requiere un entrenamiento antes de entrar en funciones.
Tanto a los ministros como los ancianos deben someterse a los estándares confesionales de la iglesia y a su disciplina. Cuando un presbiteriano tiene que definirse, generalmente lo hace de la siguiente manera: «En cuanto a teología, ‘reformado’; en cuanto a forma de gobierno, ‘presbiteriano'».  En otras palabras, la iglesia presbiteriana se caracteriza por dos grandes énfasis:
·      su teología es “reformada”;
·      su sistema de gobierno es “presbiteriano”.